Thursday, April 02, 2009

Aquí no pasó nada

El Vaticano intervino una de las órdenes más grandes, polémicas y conservadoras de la Iglesia Católica: Los Legionarios de Cristo.
El fundador de la congregación, el cura mexicano Marcial Maciel (fallecido a principios de 2008) cumplía desde 2006 una especie de castigo impuesto por Benedicto XVI, a causa de las denuncias por abuso sexual que ex seminaristas y estudiantes formularon en su contra, en tribunales del Vaticano. 
Las acusaciones y las pruebas se habrían conocido en tiempos en que Juan Pablo II dedicaba especial interés y apoyo a la congregación y sobre todo a la figura de su fundador. Además, el actual pontífice, Joseph Ratzinger, encabezaba la Congregación para la doctrina de la Fe, que fue el organismo encargado de investigar las denuncias desde fines de los 90.
¿Entonces por qué exaltar y elogiar a una persona denunciada por delitos aberrantes? 
Karol Wojtyla habría encontrado en los Legionarios de Cristo grandes aliados para su lucha contra el comunismo y la Teología de la Liberación. 
En este sentido, el sociólogo mexicano especialista en movimientos religiosos, Bernardo Barranco, afirma: “(…) es que bajo el pontificado de Juan Pablo II (1978-2005), Maciel alcanzó el clímax para los legionarios, es decir, se convirtió en un referente obligado y en un consultor de todas las confianzas del pontífice polaco en temas relacionados con vocaciones, clero y diferentes frentes en América Latina, en especial el combate a la teología de la liberación”.
Las internas. El martes pasado, La Nación publicó una entrevista con un ex sacerdote y ex legionario: el irlandés Paul Lennon, quien afirmó que “Maciel fue un gran empresario y el más grande recaudador de fondos católico del siglo XX. Desafortunadamente, era pura fachada. Carecía de cualquier escrúpulo de tipo moral (…)”. 
Lennon agregó una frase extraña: “Los abusos sexuales son sólo la punta del témpano, son los que atraen la atención del público y escandalizan a los católicos sencillos”. 
Frente a semejante declaración hay dos posibilidades: que existan sospechas sobre otros delitos tan o más aberrantes que la pedofilia, o que Lennon relativice la gravedad de los abusos sexuales.
Para ampliar. Quizás las mejores notas fueron publicadas por el mencionado Barranco en La Jornada de México. Ésta fue publicada en 2006, luego de que se conociera la penitencia que Ratzinger le impuso a Maciel para evitar el juicio canónico. 
Ésta otra fue publicada el 1 de febrero de 2008, dos días después de la muerte del cura, y contiene una frase interesante: “Pastoralmente de manera pragmática, Maciel ofreció la vía y la oportunidad de las elites para conciliar los tradicionales valores cristianos con la ausencia ética de construcción de fortunas, poder y prestigio”; es decir, un alcahuete de las desigualdades y las injusticias.
Por último, éste análisis apareció ayer miércoles, luego de que se conociera la intervención del Vaticano en la orden de los legionarios.
Ideas sueltas. Por un lado, la medida de Ratzinger no va a cambiar la impunidad que Maciel gozó durante sus últimos años, porque ninguna denuncia fue analizada por un tribunal democrático, ni siquiera por uno canónico. Los querellantes no podrán sentir el alivio de la justicia y sólo tendrán que conformarse con la dedocracia del Papa.
Definitivamente, las estructuras verticales y poderosas representan uno de los mayores obstáculos para la justicia.
Por otra parte, es muy probable que la intervención del Papa esté orientada a recuperar los espacios y las relaciones de poder que Maciel supo cultivar durante 64 años al frente de los legionarios. O sea, cambiar a tiempo para que todo siga igual.
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Datos sueltos. Entre los fieles y bienhechores de la orden de Maciel se cuentan (o contaban) el magnate Carlos Slim, dueño de Telmex y muchas otras empresas (Claro, entre ellas); Alfonso Romo (tiene cien años de perdón), uno de los hombres más ricos de México y responsable del peor negocio de Pinochet; Emilio Azcárraga Jean, presidente del Grupo Televisa; Marta Sahagún, la polémica esposa del ex presidente Vicente Fox, entre muchos otros millonarios, que se habrán sentido muy bien por ayudar al padrecito.

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