Las paredes manchadas de hollín de la Comisaría 20 de Orán todavía guardan en secreto las causas del incendio que el pasado 25 de diciembre mató a seis adolescentes detenidos: tres murieron el mismo día de Navidad y los tres restantes agonizaron durante varios días en el Hospital San Bernardo de la Capital salteña, según informó El Tribuno aquí y aquí, y La Nación aquí.*
Las primeras versiones no sólo partieron de fuentes policiales, sino que fueron aceptadas acríticamente por la mayoría de los medios: los jóvenes se amotinaron y atacaron a los policías de guardia porque no querían pasar la Navidad en prisión.
El Tribuno recordó que cuatro adolescentes murieron calcinados en octubre de 2006 por el fuego de los colchones en una celda de la misma comisaría. Al parecer, esta vez también se trataba de un motín de menores como se esforzaban en señalar el minsitro de Justicia, Pablo Kosiner, y fuentes de la Policía.
Durante los días posteriores a la tragedia, nadie mencionó que los jefes de la Unidad Regional 2 de Orán y la Comisaría 20, comisario inspector Rubén Apace y principal Lucio Tolaba, respecticamente, llevaban menos de un mes en sus cargos, según una gacetilla del Gobierno de Salta que varios medios se encargaron de difundir a principios de diciembre.
Sin embargo, a dos días de la pretendida revuelta, el Nuevo Diario de Salta publicaba la siguiente nota donde señalaba que la versión policial había sido descartada por la Justicia.
En tanto, la cobertura de El Tribuno insistía más con la versión policial que con las dudas que, según el Nuevo Diario, surgían en el ámbito judicial a medida que tomaban las declaraciones de los jóvenes que resultaron ilesos.
Además, el principal diario salteño sostuvo la hipótesis del motín hasta el 9 de enero, cuando informó que la jueza Norma Vera había caratulado la causa como “estrago doloso”, descartando de manera formal la versión policial.
Entre el 26 de diciembre y el 9 de enero, El Tribuno no aportó información contextual relevante, no indagó sobre el estado de los lugares de detención y sostuvo el relato policial hasta donde pudo.
El subjefe de la Policía, comisario Mario Paz, quien en agosto pasado fue denunciado ante la Justicia por un comisario inspector de Tartagal por sus presuntos vínculos con el narcotráfico, viajó a Orán para hacerse cargo de la situación. Su versión fue repetida por varios medios: "José Vides -acusado de asesinar a un chico de 14 años en el barrio Aeroparque- amenazó varias veces con matar a (José) Arancibia y provocó la revuelta para escaparse de la Comisaría", afirmó Paz en esta nota y en esta otra, ambas de El Tribuno.
Arancibia y Álvaro Mansilla son los dos suboficiales que resultaron heridos y cuya excarcelación fue denegada por la jueza Vera. Ambos policías fueron acusados por el único adolescente sobreviviente, cuyo abogado afirmó en una entrevista radial que “los guardias encerraron a todos los chicos en una celda para intentar abusar sexualmente de ellos”.
Por su parte el Nuevo Diario aportó datos de fuentes judiciales que recordaron que un juez de Detenidos y Garantías pidió en 2006 que se utilizaran colchones ignífugos en la fatídica Comisaría 20, y advirtió sobre la inconveniencia de que policías custodiaran a los menores detenidos.
Es sólo un repaso por algunos aspectos que pueden ampliar las preguntas frente a un suceso tan lamentable, en el que la primera versión no sólo busca ocultar las responsabilidades, sino calmar la tensa realidad que se vive cuando la muerte nos recuerda que la injusticia y la corrupción son sus principales aliadas. ¿Qué ocurrió realmente durante la madrugada de Navidad? ¿Cuáles son las responsabilidades políticas de una tragedia que se repitió en el mismo escenario? ¿Qué información deberían brindar los medios y por qué la noticia ocupó espacios tan reducidos?
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